Traductor bocazas

Ayer hubo mucha gente en todo el planeta que celebró el pase a la final de la Champions del Liverpool y, sobre todo, la eliminación del Chelsea. Mejor dicho, la eliminación de su entrenador Jose Mourinho. Y es que gracias a sus ansias de protagonismo y a su prepotencia este personajillo ha conseguido que el Chelsea sea uno de los equipos más odiados del planeta.

El carácter chulesco de Mourinho tiene su origen en un complejo de inferioridad que arrastra desde su época de traductor en el Barça de Robson. Parece ser que aún no ha podido superar el sentirse ninguneado en su día por jugadores y técnicos (profesionales) y por eso decidió que su manera de vengarse sería demostrarle a todo el mundo que podía llegar a ser el mejor entrenador del mundo.

Lo consiguió al convirtir al Oporto de Deco y 10 más en campeón de la Champions. Gracias a este triunfo llamó la atención de un magnate ruso del petroleo que le fichó con el objetivo de convertir al Chelsea en un grande de Europa a golpe de talonario.

A partir de este momento apareció el Mourinho revanchista, prepotente, maleducado y ególatra que todos conocemos. Despreciaba a equipos y entrenadores con más currículum, se enfrentaba a las gradas rivales y debajaba plantados a los periodistas. Tal era su endiosamiento.

Pero todo lo que sube baja y a Mourinho le ha llegado su hora. Ni con todos los fichajes del mundo ha sido capaz de evitar que el Chelsea cayese eliminado. Y además jugando un fútbol rácano más propio de equipos que temen descender que de un aspirante a campeón de la Champions que se vanagloria de su supuesta superioridad.

Y Mourinho, incapaz de admitir sus errores, insiste en que merecieron ganar. ¿Quién debería callarse hoy?
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